Muy raro estamos viendo esto de las reformas constitucionales de Ortega. Dicen que para introducir a los Caciques Nicarao y Diriangen, Tomás Ruiz y Blanca Araúz dentro del preámbulo. Hay que ser ingenuo para creerse el cuento. Ojo billar. Que quiere cambiar a un régimen parlamentario dicen unos. Anduvo la idea hace rato cuando el Dictador era opositor marrullero, ahora no le conviene. ¿Adelantar elecciones entonces? sería el primero en auto cortarse mandato. Me suena que la cosa es lo contrario, quiere alargarse en el poder.
Como me gusta la historia, quiero compartir algunos hechos ponerle carnita al asunto. Los dictadores de turno han jugado con las constituciones para quedarse atornillados a la silla, silla que luego dejan en carrera, a la fuerza, en desgracia o por elecciones.
José Santos Zelaya, venerado por muchos como hombre de leyes y modernidades, nunca aplicó el artículo 159 de la Libérrima que prohibía la reelección. Al final, ya para quedarse, mandó a unos monigotes que tenía de diputados para que la reformaran y le dieran más poderes y así se mantuvo, promulgado constituciones a su medida hasta que lo sacaron por la mezcla de una revolución libero conservadora, algo así como una Coalición Opositora, el descontento nacional y la Nota Knox. En nuestros tiempos ya lo hubieran sancionado. Cayó preso en Nueva York y algo debió de pagar para que no lo mandaran de vuelta a Nicaragua enchachado. Murió en desgracia y desterrado.
Años antes Tomás Martínez se había apoyado en la Constitución nueva para reelegirse, a pesar que ella lo prohibía. El argumento era que ya ejercía la Presidencia antes de la promulgación, truco viejo ya para entonces. Peor aún, después de ejercer ese mandato cuestionable, se reeligió de nuevo a huevo porque el pueblo lo adoraba como héroe de la Guerra Nacional, peleándose con todos sus aliados. Para dejar la cosa bien estable, dejó en la presidencia al tío de su esposa y se quedó como inspector del Ejército. Cuando murió, lo enterraron como a cualquier civil, despojado de todos sus cargos militares. Lástima don Tomás, de héroe pasó a villano olvidado.
Tacho viejo, como sabemos fue igual de mañoso. Golpista de verdad, le regía en 1936 la constitución de 1912 que prohibía la reelección. Solución: una nueva que aumentara a seis años la presidencia y en las transitorias un artículo especial que le regalaba seis años adicionales. Llegando el vencimiento del período en 1950, se manda hacer otra constitución que a pesar de prohibir la reelección, la violó. Se lanzó en 1956 bailando mambo, sólo para caer muerto por Rigoberto. A Somoza Debayle se le hubiera ocurrido algo similar de no ser por el 19 de julio y la bazuca que terminó con su carrera.
Ahora entendemos de donde ha agarrado ideas el actual dictador, así que no nos asustemos si en eso de meter próceres se le ocurre introducir uno de esos parrafitos transitorios alargándole el período por cinco años más, como hizo el viejo Tacho, por aquello de la seguridad nacional y porque el pueblo se lo pide.