Daniel Ortega nunca ha creído en la democracia, siempre ha sido un dictador. Lo ha demostrado en diversas ocasiones, una de ellas, cuando hace varios años expresó su deseo que en Nicaragua se estableciera el sistema de partido único, igual que en Cuba.
Él siempre ha aborrecido las elecciones. Las considera un obstáculo, una distracción para sus planes dictatoriales. Para la campaña electoral de 2016 ni siquiera salió de su casa, no hizo campaña; solo unas reuniones en las cabeceras departamentales con sus ciegos seguidores, que cada vez son menos.
La reciente elección de magistrados electorales afines a él; la aprobación de la contrarreforma electoral amañada; y la apresurada publicación del calendario electoral apuntan a un único objetivo: hacer que la oposición diga que no hay condiciones para participar y se retire de la contienda electoral.
El dictador está apostando para que eso ocurra, porque así no tendrá competencia. Participará en un proceso acompañado únicamente de los miserables zancudos de siempre; los que están dispuestos a ser parte de la comparsa para recibir sus migajas.
No participar facilitará triunfo del dictador
Participar en las próximas elecciones no es legitimar a Ortega; legitimaremos el proceso si le facilitamos el triunfo al dictador. Si la oposición opta por no participar, el argumento que él utilizará será: de qué se quejan si ni siquiera participaron. Con su pequeño grupo de fanáticos, pero disciplinados militantes sandinistas, puede generar los votos necesarios para hacerse ver como ganador. Además, tendrá la ayuda de los jueces que contaran los votos, ya que todos son afines a él.
Hay que reconocerlo, las condiciones para la oposición no son fáciles. Pero ya sabíamos que las reformas electorales vendrían como vinieron. En política no hay sorpresas, solo sorprendidos. Después de todo lo que ha hecho, Ortega no iba a convertirse en demócrata. “Vamos con todo” es su lema y lo hará cumplir hasta el final.
Por eso es fundamental la unión de los opositores que queremos una democracia verdadera, sin hacerle el juego a la dictadura. Porque esa unidad será un elemento motivador, un factor de movilización para la población.
Todavía hay tiempo. Debemos unirnos los que a pesar de la contrarreforma y de las condiciones existentes, apostamos por llevar a Nicaragua hacia adelante mediante el voto. Debemos unirnos los que queremos transitar de la dictadura a la democracia. A una Nicaragua con justicia, pero sin revanchas, para que unidos podamos construir un futuro mejor para todos.
Si la votación es masiva no podrán intimidar
El 7 de noviembre tenemos que hacer una enorme marcha. Tiene que ser una inmensa marcha en cada uno de los 153 municipios del país. Será una marcha corta, de la casa al Centro de Votación. Será la marcha del Güegüense, habrá filas, la gente saldrá masivamente a votar en contra de la dictadura y a favor de la democracia. Un elemento a considerar es el asedio que seguramente habrá ese día.
Pero pensemos, en todo el país no hay más de 15 mil policías, más otro tanto de parapolicías que seguramente estarán hostigando a los opositores que salgan a votar. Pero en el Nicaragua hay alrededor de 15 mil Centros de Votaciones.
Eso quiere decir que no podrán intimidar, no podrán amenazar a todo un pueblo que organizadamente vaya a votar en cada municipio, en cada comarca, en cada barrio. Tenemos que tomarnos ese espacio y ganárselo a la dictadura para que vea donde está el pueblo; y en caso de que consume el fraude, que el pueblo y el mundo vea lo descarado que es el dictador.
Dejemos que nos motive la esperanza, si salimos a votar masivamente es posible impedir el fraude y desnudar al régimen como lo que es, una dictadura corrupta y totalitaria. Es ese el gran poder que tiene el voto. Con una votación mayoritaria lo podemos lograr.
Entonces que nadie se quede al margen, usemos el poder de nuestro voto y seamos protagonistas del cambio. No será fácil, pero se puede, el triunfo depende de cada uno de los nicaragüenses que quiera acabar con la dictadura para comenzar a construir la nueva Nicaragua que todos deseamos y merecemos.