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Ante el abuso de leyes absurdas, nuestra opción es desobedecer y resistir

A las recientes acciones de protesta de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, la dictadura ha respondido con especial violencia.  Después de la Operación Preso 198 que pegó papeletas con la imagen de Daniel Ortega en todo el país; la dictadura encarceló a cinco activistas o familiares de nuestra organización, amenazó con imponer cadena perpetua y planea declarar “agentes extranjeros” a los opositores.

El viernes pasado, acosaron físicamente a varios miembros de la Alianza Cívica en distintas zonas del país. Intimidaron a un grupo de jóvenes que pretendían realizar una protesta exprés y militarizaron la Carretera a Masaya.

Ese mismo día, mantuvieron cercadas por varias horas las oficinas del Movimiento María Elena Cuadra, dirigido por Sandra Ramos; que con mucha valentía y con la dignidad que la caracteriza, encaró a los guardias sancionados.

El sábado, cuatro miembros de la Alianza Cívica fueron detenidos en Mulukukú mientras hacían trabajo de organización. Al no encontrarles delito para acusarlos, los liberaron.  Simultáneamente, miembros de la Alianza fuimos acosados e imposibilitados de hacer reuniones. En el trayecto entre Cinco Pinos –al norte de Chinandega– hasta Mateare, contabilizamos 11 patrullas, dos vehículos civiles y varias motos, que nos perseguían. Pero el hostigamiento fue peor en la ciudad de Chinandega, donde no se nos permitió reunirnos con quienes teníamos planeado.

Odio contra la Alianza

En La Paz Centro, el propio comisionado Fidel Domínguez se posteó por horas mientras realizábamos una reunión. Además de detenernos y amenazarnos, como si se tratara de un procónsul con poderes que no tiene, dijo que teníamos prohibido ir a la ciudad de León.

Incluso, mientras escribo estas líneas, el hostigamiento de la policía sancionada frente a mi casa, me impide salir de ella. 

A esto hay que agregarle el acoso y el terrorismo fiscal implementado por la Alcaldía de Managua y la Dirección General de Ingresos; contra de muchos pequeños, medianos y grandes empresarios, a los que les han impuesto millonarias multas.

Es visible el odio y la reacción visceral de la dictadura contra los integrantes de la Alianza Cívica.  Reaccionan así porque saben que la Alianza representa el sentir popular.

Al observar estas acciones de recrudecimiento de las violaciones a las libertades públicas, es lógico escuchar expresiones de desaliento.  Muchos se preguntan ¿hasta cuándo? Pero, qué se puede esperar de una dictadura cruel, que perdió el control del país; y ahora trata de recuperarlo a punta de bayonetas. 

Régimen tiene miedo

¿Por qué de estas acciones de intimidación y violencia? La respuesta es muy sencilla: porque tienen miedo.  Le temen a otro abril.  Les da pavor perder otra vez las calles, que recuperaron violentamente a costa de la sangre de Teyler, Álvaro, Matt y cientos de  mártires más.

El anuncio que realizaron el 15 de septiembre, sobre las reformas para imponer la pena de cadena perpetua, solo busca amedrentar a los opositores para que desmonten su lucha. Pero en realidad lo único que lograron que fue provocar un repudio generalizado de la sociedad.

Con respecto a la ley de “Agentes Extranjeros”, anunciada también la semana pasada. Parece que el dictador, al no poder deshacerse de los opositores, ahora nos quiere convertir en extranjeros en nuestra propia patria. Como siempre, nada original surgido del régimen de Ortega. Que consistentemente se copia de sus amos, los rusos o cubanos, que a su vez, aprendieron de los nazis.  

Esta ley es una mezcolanza de cosas que violentan derechos ciudadanos, por lo que no solo generó el repudio local; sino también el de la comunidad internacional que ya vio como en Rusia, el adorado imperio al que responde Ortega, la utiliza para reprimir.

Leyes absurdas

Promulgan leyes cada vez más absurdas, porque ya no tienen capacidad de controlar nada; más que por la fuerza de la represión de las bayonetas.  Cuando una ley no tiene sentido y el régimen no tiene el poder, estas leyes van en contra de ellos mismos, porque enfrentarán la resistencia y la desobediencia ciudadana.

Ante estos abusos hay definitivamente que unirse.  Nadie puede estar en contra de la unidad de las fuerzas opositoras.  Pero no debe verse la unidad como un objetivo en sí mismo o por agruparse alrededor de una sigla.  La unidad se construye con confianza, con espíritu de camaradería y con alcanzar objetivos comunes, fortaleciéndonos los unos a los otros.  Debemos por ejemplo unirnos todos los nicaragüenses frente a estos abusos de las leyes para evitar que sean implementadas.  Esa es la utilidad de la unidad como forma de trabajo día a día, con resultados tangibles.

Hagamos caso omiso a estas leyes. Porque como dijo Santo Tomás: “cuando una ley está en contradicción con la razón, se le llama ley injusta, no tiene razón de ley y se convierte en violencia”.  

Ante la implementación de estas leyes injustas y violentas, que atentan contra nuestros derechos, nuestra vocación pacifista nos obliga a resistir y desobedecer. Porque las  reacciones agresivas de odio y violencia de la dictadura, son una clara muestra de que nuestra lucha de oposición y resistencia está funcionando.

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Por Juan Sebastian Chamorro

Político comprometido con el desarrollo y el futuro de Nicaragua. Activista por la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia. Preso Político de junio 2021 a febrero 2023. Precandidato a la Presidencia de la República. Director Ejecutivo de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia del 2019 a enero del 2021 y Director Ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social FUNIDES. Director Ejecutivo de Macesa, Director General de la Cuenta Reto del Milenio, Vice Ministro de Hacienda y Crédito Público, Secretario Técnico de la Presidencia de la República y Director del Sistema Nacional de Inversiones Públicas.
Doctor (Ph.D) en Economía por la Universidad de Wisconsin-Madison, con especialidad en Econometría y Desarrollo Económico, Máster en Economía por la Universidad de Georgetown con mención especial en Políticas Sociales y Licenciado en Economía (graduado Magna Cum Laude) por la Universidad de San Francisco, California. Casado con Victoria Cárdenas y padre de Victoria Isabel.

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