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La democracia secuestrada en Nicaragua

El 29 de junio de 1856 el filibustero William Walker se proclamó presidente de Nicaragua después de ganar unas elecciones amañadas.  Hubo localidades como Tipitapa —en ese momento con solo 300 habitantes— que reportaron 1,500 votos a favor del estadounidense.  El chiste de la época era que hasta los perros del pueblo habían votado por Walker.

El 2 de febrero de 1947, Anastasio Somoza García impuso a su candidato Leonardo Arguello a pesar de la abrumadora popularidad del opositor Enoc Aguado, que oficialmente solo obtuvo 10 mil votos.  Arguello creyó que en realidad era presidente y se le quiso rebelar al dictador; este en respuesta lo declaró incapacitado mentalmente y lo depuso solo veintiséis días después de haber asumido la Presidencia.

Estos son solo dos ejemplos de la historia electoral en Nicaragua.  Hay muchos otros episodios que demuestran el interés de los gobernantes de secuestrar a la democracia y en particular, el menosprecio a las elecciones.

Pero entre los dictadores y gobernantes de Nicaragua, Daniel Ortega se gana el primer lugar en cuanto al secuestro de las instituciones democráticas y el menosprecio a las elecciones.  A Ortega nunca le han gustado las elecciones, las ve como un estorbo.  Ha dicho públicamente que prefiere un sistema de partido único, como el de su querida Cuba castrista y lamentablemente lo está logrando.

Copia el modelo cubano

En los últimos días hizo desaparecer dos partidos políticos, incluido el Conservador que es el más antiguo del país; aunque ahora no tiene mucha trascendencia. También reformó la Ley Electoral para justificar la inhibición de candidatos; y paralelamente impulsa acusaciones criminales contra algunos líderes opositores.

Mientras escribo estas líneas me encuentro bajo arresto domiciliario. No tengo acusación o proceso abierto, ni ninguna explicación. Pero cuando intento salir del sector donde vivo, un policía me dice que no puedo movilizarme; así de sencillo. Además, mi esposa tiene orden de captura formal desde julio del año pasado.

Lo que está pasando en Nicaragua es copia del modelo cubano.  Asedio policial e inmovilización de opositores; medios de comunicación clausurados; más de 325 asesinados; más de 120 presos políticos y miles de exiliados. 

¿Cómo llegamos a esta situación? Esto no ocurrió de la noche a la mañana. Al contrario, fue un plan meticulosamente planificado por Ortega. Desde que perdió el poder en 1990 comenzó a implementar acciones que poco a poco le permitieron ganar más y más espacio; así logró regresar al poder en 2007 mediante la división del liberalismo. Y de ahí en adelante se consolidó en el poder comprando lealtades en las fuerzas armadas y la policía; y manejando el Estado como si se tratara de su finca.

No debemos claudicar

A menos de seis meses de las elecciones, las condiciones son las peores para disputar el poder con un dictador que controla casi todo a su gusto.  Pero en medio de ese panorama nada alentador hay algo que Ortega todavía no controla y no podrá controlar nunca: el voto popular. 

Además, aunque el dictador se empecine en promover el abstencionismo al nicaragüense le gusta votar.  En estos momentos muchos se preguntan si en esta ocasión tiene sentido participar en las elecciones. A ellos les digo que sí tiene sentido. Porque si no participamos caeríamos en su juego y le haríamos un favor a Ortega. 

Además, no debemos claudicar en nuestra lucha por defender el derecho al voto, que es algo que Ortega no nos podrá arrebatar.  Así que no le demos ese gusto, participemos y demostremos de lo que es capaz un pueblo cansado de los abusos de un tirano.

El menosprecio de los dictadores a las elecciones, así como sus fraudes, sus golpes de Estado y sus ilegalidades no han funcionado; porque los dictadores, tarde o temprano siempre caen, así lo demuestran varios capítulos de nuestra historia.

La voluntad popular ha sido siempre ese gran liberador de la democracia. Siempre ha salido en su defensa y la ha liberado se encuentra secuestrada.  Las tiranías caen cuando la indoblegable voluntad popular les da espalda a los dictadores; y a Ortega el pueblo le dio la espalda desde hace rato. Así que no nos dejemos amedrentar ni perdamos la esperanza; sigamos adelante y demostrémosle a Ortega en las urnas que no estamos dispuestos a seguir soportando sus abusos.

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2 respuestas a «La democracia secuestrada en Nicaragua»

Esos fueron tus familiares, ahí tenes en historia reciente Emiliano Chamoro, el lomazo y eso de Walker, es pate de tu historia, pequeño aprendis de filibustero, aclara quie trajo a Walker. Tus gringos Vandervilt Morgan Garrison.

Eso es pasado si flojo
Ahora está el dictador que lleva en el poder desde el 2007 ..
Tu eres bastante pendejo que no aceptas la realidad
Sos sapo

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