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Para acabar con la dictadura tenemos que vencer el miedo

El filósofo Séneca le dijo a Nerón, el tirano: “tu poder radica en mi miedo: ya no tengo miedo.  Tu ya no tienes poder”. Esta frase recoge dos elementos fundamentales:

  • La liberación de la persona radica en eliminar el miedo que lleva por dentro; y esta es una liberación completa, porque rompe las ataduras de la inacción que impone el miedo.
  • La segunda es que los tiranos solo pueden mantenerse en el poder a través del miedo que infunden.  Así era en tiempos de Nerón y así sigue siendo ahora.  Los dictadores se mantienen por la cantidad de gente armada que puede andar en las calles intimidando y amenazando gente.

El miedo es un sentimiento normal que nos mantiene alerta ante un peligro o una amenaza.  Una de las más reconocidas frases de mi tío Pedro Joaquín era una que aprendió en México en sus años de estudiante: “cada quien es dueño de su propio miedo”. Siempre entendí esa frase de él —que era un reconocido valiente— de una manera muy particular:  cada quien administra su miedo y lo controla como puede.  

Una de las más grandes frases de Franklin D. Roosevelt tiene que ver con el miedo, él decía: “a lo único que debemos temer, es al miedo”.  Se dice que esa frase animó a los estadounidenses para recuperarse de la Gran Depresión y eventualmente a entrar y ganar la Segunda Guerra Mundial.  Vencer el miedo ayudó a terminar la tiranía en ese importante momento de la historia mundial.

Hay que combatir el intento de infundir miedo 

En las calles de Nicaragua actualmente hay miedo y tenemos que vencerlo. La dictadura utiliza todos los medios que tiene a su disposición para infundir temor. Pese al temor que infunde a través de sus paramilitares y policías, no debemos creer que es invencible. 

A veces creemos que es malo reconocer que tenemos miedo y argumentamos que es señal de cobardía.  Cada uno es dueño de su propio miedo y en Nicaragua tenemos que estar conscientes del efecto negativo que el miedo puede provocar en la lucha por la democracia.  

En lo personal, el asedio policial las 24 horas del día por más de cuatro meses, la intimidación, los golpes, las citatorias policiales y la amenaza de confiscación de las propiedades de mi familia no me han atemorizado.  

Hace algunas semanas, cuando caminaba en la Carretera a Masaya y los policías nos golpearon a Jasson Salazar y a mí, le hablaba a Jasson para que escuchara el policía que muy valiente se veía con ese escudo golpeándonos.  Esto enfureció más al agente, mientras nosotros seguimos caminando como si nada (bueno, excepto por los pencazos) sonriendo y llevando una conversación casual.  

Ganar la batalla todos los días

Todos los días, a la misma hora, recibo una fotografía de una luchadora de la Alianza Cívica cuya casa está asediada por una patrulla.  Siempre me escribe que ha ganado una batalla en cada día y que pronto seremos libres.  Esa actitud de lucha motivadora es la que debemos mantener, para convertir en fortaleza el miedo que quiere infundir la dictadura.

No olvidemos que para mantenerse en el poder, las dictaduras matan, encarcelan, asedian, exilian y acosan.  Con todas las dictaduras la receta es la misma y la de Daniel Ortega no es diferente.  De hecho, la suya es una mala copia de la dictadura cubana.  Lo que están aplicando en Cuba contra el Movimiento San Isidro, es lo mismo que han aplicado aquí: uso de paramilitares que se apostan en las puertas de activistas sin dejarlos salir de su casa. Lo mismo que hacen en Nicaragua contra familiares de presos políticos y dirigentes opositores.

Tal como ocurrió con los aguadores en 2019, la seguridad del Estado cubana detuvo a 14 miembros del movimiento San Isidro que estaban en huelga de hambre.  Frente al asedio y la intimidación, estos valientes artistas y estudiantes cubanos leen poesía y cantan, y les dicen a los oficiales “cobardes en uniformes”.  

Dar muestras de resistencia 

Estas muestras de resistencia se están registrando en una isla que ha enfrentado más de 60 años de represión; así que perfectamente pueden ocurrir también en Nicaragua. En Cuba la dictadura castrista justifica la represión con el argumento de que los protestantes violan los protocolos sanitarios para evitar la Covid-19. Así que no debemos sorprendernos si en un futuro cercano el régimen nicaragüense utiliza la pandemia para argumentar que no podemos organizarnos, ni reunirnos, ni desarrollar las actividades del proceso electoral.

En este año electoral es imprescindible que utilicemos esta oportunidad para darle el golpe final a la dictadura; podemos hacerlo venciendo cualquier miedo, para participar activa y valientemente en el proceso que nos permitirá concretar el cambio democrático.

Pero si acatamos sus leyes injustas y nos sometemos dócilmente, le estaremos dando poder.  Sino protestamos, le damos poder.  Si nos quedamos callados, le damos poder.  No lo hagamos, no le demos poder y hagamos como Séneca, porque venciendo el miedo venceremos a esta tiranía que como todas, un día pasará a la historia.

La dictadura de Daniel Ortega tiene fecha para llegar a su fin, es el 7 de noviembre de 2021. Pero solo podremos acabar con ella si la enfrentamos unidos; y para hacerlo, antes tenemos que vencer el miedo, que es la única fuente de poder que la mantiene con vida.

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Por Juan Sebastian Chamorro

Político comprometido con el desarrollo y el futuro de Nicaragua. Activista por la defensa de los Derechos Humanos y la Democracia. Preso Político de junio 2021 a febrero 2023. Precandidato a la Presidencia de la República. Director Ejecutivo de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia del 2019 a enero del 2021 y Director Ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social FUNIDES. Director Ejecutivo de Macesa, Director General de la Cuenta Reto del Milenio, Vice Ministro de Hacienda y Crédito Público, Secretario Técnico de la Presidencia de la República y Director del Sistema Nacional de Inversiones Públicas.
Doctor (Ph.D) en Economía por la Universidad de Wisconsin-Madison, con especialidad en Econometría y Desarrollo Económico, Máster en Economía por la Universidad de Georgetown con mención especial en Políticas Sociales y Licenciado en Economía (graduado Magna Cum Laude) por la Universidad de San Francisco, California. Casado con Victoria Cárdenas y padre de Victoria Isabel.

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