El sábado 16 de junio del 2018, me levanté temprano como de costumbre y al ver por la ventana me llamó la atención, en medio de la mañana lluviosa del invierno recién instalado, una columna de humo saliendo de un lugar de los barrios orientales. Aunque era común ver quemas en esos días, ésta parecía mayor de lo normal.
A los pocos minutos las redes se llenaban de la horrible noticia: una vivienda del Barrio Carlos Marx, ardía en llamas con una familia completa dentro. La policía había querido entrar y el jefe de la casa se negó, por lo que le prendieron fuego. Fue espantoso ver las fotos de esos pequeñitos muertos. Prácticamente toda la familia Pavón había perecido en el incendio de la casa, que fungía como bodega de colchones altamente inflamables.
Con esa introducción del día llegamos a las 9 de la mañana a la sesión del Diálogo Nacional. La relativa satisfacción de la noche anterior, en la que habíamos podido arrancar algunas concesiones al régimen, se habían transformado en una enorme angustia por lo ocurrido. Más fue nuestro asombro cuando el permanente presidente de UNEN Luis Andino nos acusó de haber financiado a los asesinos de la familia. El asunto se complicó porque al parecer había fallecido uno de los paramilitares, y personas alteradas por lo ocurrido habían prendido fuego al cadáver, quien resultó ser pariente de la vice alcaldesa de Tipitapa. Este hecho lo repitieron innumerables ocasiones los sandinistas, inclusive unos meses después en el Consejo Permanente de la OEA. La canallada de Andino nos tomó por sorpresa y no dábamos crédito a que una acusación de esa índole se diera así por así.
Al pasar los meses, nos fuimos acostumbrando a ese tipo de ataques, y no sólo a nosotros, sino a los obispos o a cualquiera que se opusiera al régimen. Oír las acusaciones del régimen por primera vez fue chocante. Para adornar más el show de ellos para deslindar responsabilidades de las muertes, antes de las 11 de la mañana ya el cuerpo de bomberos había emitido un comunicado “aclarando” la situación del incendio, cuando ni siquiera habían acudido al sitio. Las declaraciones desgarradoras de familiares y testigos llenaron rápidamente las redes sociales, diciendo que habían sido policías uniformados quienes habían atacado el inmueble.
Salieron prontamente vídeos de un establecimiento al otro lado de la calle, enfrente de la vivienda de los Pavón, que mostraba claramente a policías y paramilitares justo enfrente de la casa al momento de los hechos. La muerte de esa familia marcó, en mi opinión, el momento más triste y conmovedor de toda la crisis, por las circunstancias, la temprana edad de las víctimas y la forma atroz en que murieron. Si por algo deberá haber justicia, pienso yo, deberá ser por esa pobre familia.
Mientras tanto, en el Diálogo Nacional, la sesión de ese día estuvo matizada permanentemente por la muerte de la familia Pavón, quienes según Edwin Castro eran sandinistas, insinuando que por esa razón los habían asesinado.
A pesar del dolor, o quizá por ese sentimiento, logramos avanzar algo ese día en el Diálogo Nacional. Se conformaron tres mesas de trabajo que se reunirían paralelamente el día lunes, para luego tener una sesión plenaria el día martes.
El Cardenal Brenes nos dijo al terminar esa sesión, en referencia a la tragedia de la mañana: “Como constancia de ese sufrimiento que nos envuelve: como pastores del pueblo de Dios, reiteramos el cese de asesinatos contra la población civil que causan tanto dolor, en nombre de Dios, no más muertos”. Recordé las palabras de Monseñor Romero al escucharlas.
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