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El virus en tiempos de locos, segunda parte

El virus en tiempos locos, así titulé la entrega de mi blog del 16 de marzo. Dos días antes que anunciaran el primer caso de Covid-19 en Nicaragua. Y cuando la pandemia había provocado más de 5 mil muertes a nivel global. Cifra ínfima frente a los casi 400 mil de ahora.

En ese momento, que parece fue hace años, critiqué la absurda campaña de la dictadura de movilizar a sus simpatizantes y empleados del sistema de salud bajo el lema: “Amor en tiempos del Covid-19.” Ese fue un acto circense, un desfile en el que sacaron a la calle camas de hospital y enfermeras. Todo para hacer una parodia de como el sistema de salud iba a vencer al virus.

Desde que escribí ese artículo, han muerto más de 30 miembros del personal sanitario, la mayoría enfermeras y médicos. En total, según el Observatorio Ciudadano han fallecido más de mil personas en el país. El gobierno no hizo nada para garantizar la salud del pueblo. En lugar de prevenir, propició la propagación del virus. Por tanto, es responsable de estas muertes.

Después de dos meses desde que inició la irracional campaña, los desfiles continúan. Pero ahora no son al ritmo de una cumbia estridente, ni de los gritos de fanáticos asegurando que a punta de amor vencerán al virus; y que este ataca solo a los ricos.

Corren a enterrar los muertos

Ahora son recorridos nocturnos. Las mismas camionetas que antes transportaban paramilitares fuertemente armados para que le dispararan a los jóvenes, ahora llevan ataúdes solitarios rumbo a los cementerios. Corren a enterrar a los muertos, sin más trámite que el requerido para meterlos a las fosas.

Las imágenes de las marchas de “Amor en tiempos del Covid-19”, le dieron la vuelta al mundo exhibiendo la locura que nos mal gobierna. Ahora, los efectos directos de esta estrategia demuestran lo criminal que son ellos y sus acciones.

La Alcaldía de Chinandega, muy oficiosa promovió todo lo que le orientó la dictadura. Por eso es responsable del foco en esa ciudad. El alcalde de Masaya, borrego que impulsó en su ciudad una serie deportiva en medio de la pandemia, no sólo fue responsable de muchas muertes, sino también de la suya.

No es el modelo sueco

Nicaragua también se convirtió en el único país del mundo que despide del sistema de salud pública –a punta de empujones– a uno de sus cuatro expertos en infecciones. Su delito fue criticar el manejo de la pandemia.

No me canso de repetir, en Nicaragua no se está implementando el modelo sueco. No le demos ese crédito al régimen. Mucho menos ahora que Suecia ha rectificado y admite que debió hacer más para evitar tantas muertes. En lo único que se copiaron, fue en tratar a la gente como rebaño.

Lo que se puso en marcha en Nicaragua es el modelo de las más crueles y represivas dictaduras del mundo, como la de Turkmenistán, Corea del Norte o Siria. El “Modelo del dictador” es muy sencillo: aparentar normalidad para aplacar cualquier foco de crítica, descontento o exigencia de responsabilidad por las muertes.

Si Nicaragua estuviera enfrentando la pandemia bajo con un gobierno democrático, habría recibido cooperación externa para combatirla. Se estarían aplicando pruebas de detección masivamente y protegiendo mejor al personal médico. Se habrían cerrado las fronteras y suspendido las clases. Y se podría demandar a los funcionarios públicos por sus acciones. Cuando se vive en democracia, los responsables de tomar decisiones, son premiados o castigados por el resultado de ellas, ya sea por la vía del voto o por la judicial.

El régimen perdió el rumbo

El comportamiento errático, demente y criminal que estamos viendo, solo puede provenir de una dictadura que se está desmoronando por dentro. Un régimen que ha perdido el rumbo, la conexión con el mundo real y llegado al extremo de exponer a sus cuadros a una muerte innecesaria.

Este circo macabro debe terminar. La oposición tiene que unirse y hacer todo lo necesario para detener a este régimen y transitar a la democracia. Tenemos que hacerlo promoviendo la desobediencia civil y la protesta cívica y pacífica. Así los obligaremos a dejar el poder al que ahora se aferran a punta de metralla y represión. Acabaremos con la dictadura en las próximas elecciones, que tienen que ser libres, democráticas transparentes y verificables.

Los irracionales desfiles de promoción del contagio de la campaña Amor en tiempo del Covid-19 ya son parte de las evidencias que el pueblo nicaragüense está recolectando para aplicar justicia en un futuro cercano, cuando se reinstale la democracia. Tengamos fe en la capacidad de cada uno de los ciudadanos –que quiere un cambio– para acabar con esta dictadura y obligarla a responder ante el pueblo por sus abusos y crímenes.

En la historia de nuestro país no ha habido régimen que le haya hecho más daño al pueblo nicaragüense que la actual dictadura. Además de dejar en ruinas la institucionalidad, poniéndola al servicio del dictador, reprimió, disparó y asesinó a manifestantes. Ahora, mientras continúa empecinada en aferrarse al poder, muestra un absoluto desprecio por la vida de los ciudadanos y un desinterés por defender la salud del pueblo. Es por eso que necesitamos unirnos, porque solo a través de la unidad de todos los sectores es que podremos devolverle ese poder arrebatado al pueblo de Nicaragua.

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2 respuestas a «El virus en tiempos de locos, segunda parte»

No solamente es irracional lo que hacen para que el contagio siga también quieren según sus cálculos llevarnos a una crisis sanitaria para tener argumentos y aplazar las elecciones diciendo que es más importante la vida que una campaña electoral. El plan contagió es un cálculo político pero que se les puede revertir.

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